#LibroRecomendado: “Los ríos profundos”

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El taita Arguedas cumplio años hace algunos días y #LibroRecomendado le rinde un merecido homenaje en esta sección recordando un pasaje de una de sus obras cumbre: “Los ríos profundos” (1958).Considerada por los expertos como una de sus novelas más representativas, no solo del grueso de su obra, sino de la propia corriente del indigenismo, “Los ríos profundos” se introduce a lo más hondo del alma indígena y de los acontecimientos que marcaron al pueblo de Abancay tras el retorno de Ernesto, quien es matriculado en un colegio religioso por su padre Gabriel, quien a su vez continúa realizando sus viajes a través del Perú profundo. Previamente, habían visitado en Cusco al “Viejo”, un pariente acaudalado al que solicitan protección y trabajo, pero parten de la Ciudad Imperial sin haber logrado su cometido.

De la novela, uno de sus pasajes más memorables pertenece al capítulo denominado “Zumbayllu”. En él, Arguedas hace una descripción del mágico trompo, cuyo sonido característico al girar, gracias a los agujeros que posee, semeja a un zumbido; de ahí el nombre onomatopéyico del objeto. Aquella es la parte introductoria de dicho capítulo. A continuación, Ernesto narra cómo Antero, uno de los niños, lleva por primera vez un “Zumbayllu” al colegio. La escena es hipnotizante y enternecedora. Ernesto no solo trae a la memoria referencias del sonido del trompo, como el tankayllu, insecto volador que habitaba entre los arbustos con su particular zumbido durante los meses de abril y mayo; también recuerda a los pinkuyllus y wak’rapukus. De ahí la relación que establece el narrador personaje entre el sonido del “Zumbayllu” y un canto que parecía provenir de lo más profundo de la tierra y la naturaleza.

Esta novela, quizás la más trascendental y conocida de la obra arguediana, fue publicada por editorial Losada en Buenos Aires, y galardonada en 1959, en Perú, con el Premio Nacional de Fomento a la Cultura “Ricardo Palma”. Asimismo, quedó finalista en Estados Unidos del Premio William Faulkner en 1963, despertando el interés de muchos estudiosos en la obra del autor andahuaylino y consiguiendo que este libro fuera traducido, años después, a varios idiomas. Una joya literaria que habla mucho sobre el legado que dejó el taita Arguedas tras su muerte y que, en el día de su onomástico, nos trajo una voz profunda con bellos matices andinos imperecederos.

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